La prueba más antigua entre humanos y perros es un sitio de entierro conjunto del Paleolítico tardío de 14.000 años de antigüedad en Alemania. Los académicos encontraron evidencia de perros que se usaban para ayudar a los humanos a cazar animales salvajes en Japón hace 10.000 años. También se sabe que las fuerzas militares de la antigua Grecia, Roma, Egipto emplearon perros en la guerra.
Luego, cuando los europeos «descubrieron» el Nuevo Mundo en 1492, emplearon perros contra la población nativa. De hecho, existen numerosos relatos de Cristóbal Colón y otros conquistadores que utilizaron perros que devoraban presas humanas, incluidas mujeres y niños, para aterrorizar a las poblaciones nativas y someterlas.
Estos perros de guerra, a menudo con collares con púas y armaduras de batalla, se utilizaron en apropiaciones violentas de tierras en todo el hemisferio occidental, así como durante los ataques de Reconquista contra los «moros» (musulmanes, árabes y bereberes del norte de África) que fueron expulsados de España durante el mismo período.
Un relato escrito en 1553 sobre el colonizador Francisco Pizarro, conocido por maltratar a los nativos de Perú, decía que sus perros eran tan feroces “que en dos mordiscos con sus crueles dientes abrían a sus víctimas hasta las entrañas”. Estos perros de guerra son ejemplos tempranos de caninos entrenados y utilizados de una manera claramente racista.
Al final del articulo, encontrarás un trabajo de tesis que aborda este tema, publicado por Ricardo Piqueras para la Universidad de Barcelona.
Para el Siglo XVI, comenzó la cría de perros de forma selectiva para características específicas. El sabueso cubano, o «Dogo Cubano», ya extinto, se hizo famoso como un feroz cazador de esclavos fugitivos que mutilaba a sus víctimas, a veces fatalmente. Esto sirvió al propósito de los esclavistas ya que un esclavo propenso a escapar valía poco, pero era menos probable que un esclavo mutilado fuera físicamente capaz de intentar escapar y servía como un recordatorio visible constante para otros esclavos de las consecuencias de tal intento. Esta raza de sabueso surgió alrededor de la época de la Revolución Americana y, durante la primera mitad del siglo XIX, fue importada ampliamente a los EE.UU. para que la usaran los esclavistas individuales y las patrullas oficiales de esclavos, antecedentes de la policía actual.
La cría selectiva intencional de perros para uso policial comenzó en Alemania en el Siglo XIX. La primera escuela diseñada para entrenar perros para el trabajo policial se fundó en 1895 en Gante, Bélgica. Los experimentos realizados en 1896 demostraron que el pastor alemán era una raza superior para las tareas policiales. Para 1900, los departamentos de policía alemanes, holandeses y belgas estaban desplegando pastores alemanes entrenados.
El uso de perros por parte de las fuerzas policiales modernas en los EE. UU. se produjo en 1907, cuando la ciudad de Nueva York importó pastores alemanes entrenados para patrullar Long Island.
Ilustración del extinto dogo cubano
Más adelante, durante la dictadura de Juan Vicente Gomez, los prisioneros por motivos políticos eran recluidos en la cárcel «La Rotunda», donde los métodos de tortura iban desde introducir veneno en los alimentos, y vidrio molido en sus bebidas, hasta morir victimas de canibalismo canino. Fue entrada la segunda mitad del siglo XX que en Venezuela se instauró la importación de razas y el entrenamiento de caninos para funciones policiales.
Inicialmente los perros policías en Venezuela fueron entrenados para «morder y sujetar» cuando se les ordenaba perseguir a un sospechoso que huía. Se suponía que debían morder a la persona en las pantorrillas y sujetarla hasta que el funcionario guía diera la orden de soltar al individuo.
Sin embargo, los perros también fueron entrenados para intensificar la violencia: desgarrar y desgarrar si la persona mordida se resistía o atacaba al perro. Los dos problemas con esto eran que los perros «confundían» la parte superior del muslo o el cuello con las pantorrillas, iniciando mordeduras potencialmente fatales.
Los perros policía modernos se consideran dispositivos de detección que se utilizan para olfatear drogas, explosivos o cuerpos.
Pero no existe mucha diferencia entre un perro detector de sustancias y los perros utilizados para torturar presos políticos en la dictadura de Juan Vicente Gómez, excepto que el primero ha recibido entrenamiento para la detección de drogas y su dieta no esta constituida por la carne humana. Sin embargo, siguen siendo animales domésticos entrenados para atacar a las personas cuando se les ordena, proteger a sus adiestradores y morder y sujetar a una persona.
Sin mencionar, que la fiabilidad de los perros detectores de sustancias esta cuestionada por diversos estudios que han concluido que en la mayoría de los casos, los perros antidrogas reaccionan en respuesta a señales involuntarias de su entrenador que ante una situación de sospecha, termina enviando señales involuntarias sutiles como gestos, posturas, tonos de voz, movimientos corporales, que alertan al animal y activan la búsqueda en el sujeto o en sus pertenencias.
Esto es lo que se conoce, como el fenómeno «Clever Hans», refiriéndose a un caballo que, a principios del siglo XX, se pensaba que era capaz de contar y otras tareas mentales «humanas» hasta que el psicólogo Oskar Pfungst demostró que el caballo estaba respondiendo a señales involuntarias dadas por la postura y la expresión facial de su entrenador.
Este psicólogo pudo descifrar, que el caballo podría conseguir la respuesta correcta solo cuando el entrenador sabía la respuesta y el caballo podría ver al interrogador. Lo mismo, ocurre con los perros antidrogas, que en muchos casos responden a la propia pericia de sus entrenadores y responden de forma proactiva en la búsqueda de sustancias, generando la impresión contraria de que el animal halló con su olfato la sustancia prohibida.
De hecho, un estudio publicado por el departamento de neurología de la Universidad de california en 2011, concluyó, que en el 85% de las pruebas realizadas, los perros detectores alertaron erróneamente sobre la presencia de sustancias, cuando a los entrenadores se les había hecho creer falsamente que había drogas en el área a registrar.
En nuestra legislación, la organización y celebración de peleas con caninos esta sancionada por la ley para la Protección de la Fauna Domestica Libre y en Cautiverio. Ahora bien, esta ley, no prevé un supuesto esencial para la celebración de tales actividades, como lo es que los caninos sean entrenados con tales fines, algo que sin duda debería revestir interés, y ser supuesto de sanción.
Así las cosas, siendo que diversos estudios han cuestionado la fiabilidad de las técnicas de búsqueda y rastreo de sustancias prohibidas mediante el uso de caninos, y que además, estos últimos son animales que están encuadrados dentro de la definición legal de fauna domestica con fines utilitarios, como la recreación, deporte y compañía; queda entonces para el análisis.
¿Acaso someter un animal domestico a un entrenamiento para tareas de detección de sustancias prohibidas, siendo que su utilidad para tales actividades no esta presupuestada por la ley; constituye entonces una forma deliberada de maltrato animal ?
«Somos una pequeña parte de un gran sueño, donde nuestros lectores son huéspedes en esta experiencia, y nosotros somos los anfitriones que hacemos su visita cada vez más agradable y nuestro sueño cada vez más real.»