De este monto colosal, que sirvió para adquirir una extravagante colección de relojes de lujo, mansiones, yates y caballos de carreras, la justicia ha podido bloquear solamente unos cientos de millones de francos.
Sin embargo, este nuevo caso que involucra a bancos suizos no es una sorpresa para los expertos en delitos económicos, quienes aseguran que suiza sigue siendo un paraíso para el blanqueo de capitales.
En particular, los millones de dólares relacionados con el escándalo de corrupción que rodeó a la compañía petrolera venezolana PDVSA transitaron por Suiza.
Mientras tanto, la plaza financiera suiza se mantiene como una de las mas poderosas del mundo, sin embargo, los sistemas de control siguen siendo ineficaces a pesar de que existen los medios necesarios para una vigilancia adecuada. Aproximadamente un tercio de todos los patrimonios privados del mundo son gestionados por los bancos Suizos a través de fideicomisos donde los propietarios de bienes otorgan un mandato a un banco Suizo para la gestión de los mismos. Esto implica que dado el volumen de negocio existente sea llamativo para todos los sectores incluyendo aquellos que Legitiman Capitales.
El órgano supervisor del sector financiero FINMA puede advertir a los bancos sobre los riesgos que asumen, pero la decisión de aceptar, o no, a un cliente corresponde al banco. Esto sin duda es una debilidad pues es como pedir a los casinos que identificaran a los ludópatas, siendo que el trabajo de los banqueros es precisamente ganar dinero.
Las organizaciones de cooperación y las ONG`s también han denunciado durante varios años la llamada ‘estrategia cebra’ que practica el centro financiero suizo. Que consiste en aceptar dinero limpio de países industrializados ricos, pero sigue siendo una caja negra para los países en desarrollo, que a menudo no tienen posibilidades de recibir información fiscal en el marco de los procedimientos de asistencia administrativa.
Ahora bien, recordemos que la legitimación de capitales es el proceso mediante el cual se intenta dar una apariencia lícita, a fondos que provienen de actividades ilícitas como lo son el trafico de drogas, extorción, secuestro, contrabando, terrorismo, entre otros y que mejor manera de hacerlo, que colocando el dinero ilícito en instituciones bancarias que cuentan con controles escasos y en países donde además, no existen leyes rigurosas en la materia, para luego obtener dinero licito.
Este mismo procedimiento en otros países, con mecanismos de control más rigurosos supondría una ardua tarea ya que sería necesario llevar a cabo una serie de entramadas transacciones que luego dificulten el rastreo de los organismos encargados, lo que deriva en un desgaste en cuanto a tiempo, ya que suelen ser procedimientos de larga duración y en dinero, ya que la estructura necesaria para poder evadir los controles existentes suele ser grande.
Además, las sanciones no parecen desalentar la asunción de riesgos, tanto así que con demasiada frecuencia, los ejecutivos bancarios salen impunes argumentando su desconocimiento sobre la procedencia ilícita de los fondos.
El arsenal legislativo que existe para combatir el lavado de dinero pareciera no ser suficiente. De hecho, la Ley contra el Blanqueo de Capitales tiene ciertas lagunas; donde por ejemplo, solo regula las actividades de los intermediarios financieros, mientras los abogados, no están sujetos a ella.
El Parlamento suizo tampoco parece dispuesto a adaptarse a las normas internacionales. En el marco de la revisión en curso de la Ley contra el Blanqueo de Capitales los parlamentarios se han negado a someter a los abogados a la legislación.
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